De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Escenas de amor.

Hoy, volviendo a casa en coche, he presenciado una escena sacada de una película romántica de esas que tanto nos gustan a las chicas.

El semáforo de la esquina de mi casa estaba en rojo y, mientras esperaba, he mirado por el retrovisor. En el coche que había detrás de mí iba una pareja. Se les veía bien porque llevaban la luz de dentro encendida. Ella estaba comiendo algo y él, que conducía, empezó a intentar quitárselo para comérselo él. Juguetearon unos momentos entre risas, hasta que cada uno se comió la mitad del (imagino) suculento manjar. Entonces ella le miró, giró la cara de él con su mano, él apagó la luz y se dieron un beso.

Tan bonito que parecía guionizado.

Y me ha encantado recordar que existen esos momentos mágicos, que duran a veces tan poco como la luz roja de un semáforo.

lunes, 24 de octubre de 2011

Poderes.

La gente es poderosa. Todo el que está a nuestro alrededor, tiene poderes.

Algunos tienen el poder de ponernos furiosos, de incendiar nuestra ira. Otros, el de hacernos sonreír.

Hay gente que te hace sentir tranquilo, que te calma. Hay quien provoca que tu corazón se acelere y tu estómago se inquiete y sudes, y te pongas nervioso y tu piel sienta escalofríos y el vello se erice.

Hay quien te hace reír.

Hay quien te hace llorar y hundirte.

Hay quien te avergüenza, hay quien te roba tu carácter, quien te hace desaparecer.

Hay quien te sube el ánimo, quien te alza a un pedestal, quien te hace sentir grande.

Y todo ello, lo consiguen sólo con estar, sólo con mirar, sólo con hablar.

Pero es mentira. Si tienen ese poder es porque nosotros se lo otorgamos. Somos nosotros los que decidimos quién nos derriba y quién nos eleva.

Y hay que ser cauteloso con esas decisiones.
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Moondance - Van Morrison.

jueves, 13 de octubre de 2011

En blanco.

No, no he abandonado el blog. Cada noche me planto delante de la hoja en blanco que blogger me ofrece para rellenar con una nueva entrada, pero mi mente se queda más en blanco aún.

Yo, que hablo por los codos ¿no tengo nada que decir? Se ve que no.

Puede que no esté observando lo suficiente. Pero no dudéis que, si veo algo, os lo contaré.
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De todas formas, os dejo un tema que habla sobre esa gente a la que a veces parece que le fastidian las sonrisas ajenas y a la que sin duda, hay que ponerles en su sitio, eso sí, con más sonrisas.
Put You In Your Place - The Sunshine Underground.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Adultos.

Cuando era pequeña, suponía que llegaría un momento en el que inevitablemente dejaría de hacer las cosas que solía hacer entonces. De alguna manera, era consciente de mi propia niñez o adolescencia o primera juventud y pensaba que ciertos comportamientos, costumbres, pensamientos y apetencias, desaparecerían con la edad, cuando llegara el momento. Simplemente, suponía que la madurez borraba de un plumazo todo aquello, igual que se abandona el chupete, los vestidos de nido de abeja, los calcetines de perlé o el instituto.

Pero no es así. Yo tenía idealizada a la madurez. Y ahora, que tengo edad más que de sobra para ser madura, veo que, en realidad, es un estado casi utópico. Más que nada porque no conozco prácticamente a nadie realmente "maduro".

Me sorprende, extrañamente, que sigamos siendo imprudentes algunos, ingenuos otros, inseguros la mayoría. Pero más me sorprende aún la preocupante abundancia de comportamientos infantiles en personas adultas: siguen existiendo los chivatos, los maleducados, los malotes, los que se cogen un berrinche por cualquier cosa, los que "chinchan" al prójimo todo lo que pueden...

No hay más que observarlo en el escaparate más visible de este mercadillo: la tele. La actitud de los políticos es de patio de colegio. Aunque usen frases más complicadas que "no te ajunto" o "a la profe que vas ahora mismo". Por no mencionar el comportamiento de individuos varios en ciertos programas de sobremesa o prime time.

Y eso me crea una desazón indescriptible... porque me siento, en cierta forma, desamparada. Desilusionada. Yo pensé que la edad adulta estaba llena de personas inteligentes, de gente a la que admirar realmente, de personas tranquilas de espíritu, limpias de conciencia, que tendían a restar importancia a las cosas que realmente no tienen importancia, que relativizaban con facilidad... Pero no, seguimos siendo niños y estamos solos, sin adultos.

No digo que todo el mundo sea así. Tampoco digo que yo no sea así. Pero es triste que los niños hagan preguntas a las que no podemos contestar, es triste que ellos suelan tener más razón que los adultos y luego, con la edad... a menudo abandonen esa lógica tan aplastante que siempre tienen las miradas vírgenes.
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A pesar de todo, un bello tema para esta noche...
Happiness - Rodrigo Leão

viernes, 12 de agosto de 2011

A dieta.

Hoy voy a hablar sobre dietas. Tal vez este tema esté algo desfasado a estas alturas del año, porque la operación bikini suele empezar más o menos en abril y ahora estamos casi todos dedicándonos a fastidiar el esfuerzo de todos estos meses, a base de helados, frituras y demás excesos veraniegos.

Pero lo hago porque ayer estuve en una librería y me llamó la atención la gran cantidad de libros sobre dietas y hábitos alimenticios de todo tipo y también porque vayas donde vayas, todo el mundo habla de la dieta Dukan.

Dejando a un lado problemas serios de obesidad, y centrándome sólo en aquellos/as que como yo, sólo tienen o han tenido simples sobrepesos de 2 a 15 kilos, no puedo evitar preguntarme... ¿por qué triunfan estas dietas?

Os cuento mi caso: este invierno he perdido 10 kilos (cosa nada fácil, porque tengo tendencia a engordar y sobre todo, a comer). Y cuando los demás ven el cambio, la mayoría me preguntan qué dieta he hecho. Y yo respondo la verdad: he hecho la "dieta" típica de no abusar de las cosas que engorden. Es decir... nada de dulces, nada de fritos, no mucho pan y cenas ligeras. Eso sí: no he renunciado a mi Cola-Cao mañanero, sin el que no puedo vivir, tal como a algunos les pasa con el café.

Y ante esto, hay gente que me ha dicho: "es que tienes mucha fuerza de voluntad". ¿Fuerza de voluntad? Algo de ella se necesita, siempre, para ponerse a régimen, efectivamente, pero yo me pregunto: ¿acaso no se necesita una EXTREMA fuerza de voluntad para someterse a una dieta que sólo te deja comer proteína y verdura, o que sólo te deja probar piña, sopas de alcachofa o sirope de arce durante varios días, o que te hace pesar los alimentos, o que no te deja mezclar ciertas cosas? Todo eso ¿para qué? ¿para adelgazar 6 kilos en un mes en lugar de 4? ¿No nos ha preocupado coger 12 kilos en todo un año y ahora tenemos prisa por quitarlos en seis semanas?

No soy nutricionista, ni médico, ni nada parecido. Pero, sinceramente, una dieta es ya lo bastante dura como para añadirle el estrés de preocuparse por cumplir las estrictas normas de famosos regímenes alimenticios.

Hay gente que no puede salir a comer fuera cuando está a dieta. Y eso exige un cambio de vida. Las dietas deberían adaptarse a nuestros horarios y hábitos y no al revés. Si no, estresan, molestan y desaniman.

Puede que se tarde un mes más en alcanzar el peso deseado, pero seguramente será más llevadero, más alentador y muchísimo menos estresante.

sábado, 6 de agosto de 2011

Preguntas.

¿Quién no se ha preguntado alguna vez qué sienten los demás? Es bastante común que de vez en cuando nos preguntemos qué es lo que sienten exactamente respecto a nosotros nuestras parejas, nuestros amigos...

Sacamos un montón de conclusiones y alguna de ellas solemos tomarla como válida. Y reprochamos, a veces, que algunas personas no parezcan claras respecto a lo que sienten por nosotros.

En cambio... ¿estamos seguros de lo que sentimos nosotros mismos? A veces, yo no. Y, cuando eso sucede... ¿cómo podríamos saber qué es lo que sentimos en realidad? ¿Quién te lo puede decir? ¿Hay algún tipo de terapia realmente certera? ¿Puedes ir al psiquiatra o al psicólogo y que te dé un diagnóstico claro? ¿Realmente alguien ajeno a ti puede dar con la respuesta correcta?

Hay momentos en los que no es tan fácil afirmar con convicción que sentimos tal o cual cosa. Hay veces que sentimos con matices y ni siquiera somos capaces de definir esos matices. Lo malo, es que hay ocasiones en las que es absolutamente necesario saber lo que uno siente. Mucho más que saber lo que sienten los demás.

No podemos esperar entender del todo a los demás, cuando es bastante común que no lleguemos a entendernos del todo a nosotros mismos.
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Just Hold Me - Maria Mena.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Seis grados de separación.

Supongo que todos conocéis la teoría de los seis grados de separación. La explico de todas formas, por si alguno la desconoce: dice que entre nosotros y cualquier otra persona de este mundo, sólo hay, como mucho, cinco personas entre medias. Es decir, que, por ejemplo, si yo quisiera llegar a Obama, seguro que entre mis conocidos hay uno que conoce a otro que a su vez conoce a otro, que a su vez conoce a Obama.

Hoy en día, esto es relativamente fácil de comprobar, gracias a las redes sociales. Pero, incluso sin ayuda de ellas, nunca deja de sorprenderme lo pequeño que es el mundo en realidad, y lo cerca que estamos todos de todos.

En estas vacaciones nos ha pasado algo relacionado con este tema y son coincidencias que parecen sacadas de películas. Ese tipo de cosas que te recuerdan lo divertido que es vivir, por muy duras que a veces sean las circunstancias.

Mirad vuestra vida desde fuera y veréis que, quitando un poco de hierro al asunto y poniendo algo de distancia emocional, seguro que podría ser el apasionante argumento de cualquier novela.

Os mando una sonrisa soleada desde este paraje, con la promesa de contar las aventuras de esta doña nadie con más detalle.