De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

sábado, 8 de agosto de 2015

Ruta por Francia III - Ruán y Costa de Alabastro.

Las siguientes dos noches (tercera y cuarta del viaje) las pasamos cerca de Ruán, capital de Alta Normandía.

El presupuesto de este viaje era ajustadito. Hace años, para mí era importante la categoría del hotel en que me alojaba, así que solía escoger lugares emblemáticos, hoteles con grandes servicios... Algún día haré una pequeña guía de hoteles donde me he alojado en varios viajes, para todos los presupuestos. Pero la verdad es que desde hace algún tiempo, mis prioridades han cambiado y busco sólo un buen lugar para dormir y ducharme, que sea práctico, cómodo y limpio. En este tipo de rutas prácticamente no se pasa tiempo en el hotel y si no hay grandes holguras económicas, considero que es mejor dedicar esos euros ahorrados a una buena comida o una visita interesante.

Entre mis allegados soy popular por encontrar buenos alojamientos por precios ajustados, y es porque buscarlos es una actividad que me apasiona. Tiro mucho de Booking y los criterios que sigo es que el hotel no tenga menos de un 8 de puntuación en las opiniones. Por propia experiencia, ese pequeño "pero" que aparece en alguna crítica, te puede fastidiar una estancia. Es como el lunar que luego se convierte en verruga. Pensad realmente bien en lo que es imprescindible para vosotros, porque una mala noche puede fastidaros un día entero. A mi modo de ver, es preferible un hostal con un 9.5 de puntuación que un hotel de 5 estrellas con un 7. Cabeza de ratón mejor que cola de león. Evidentemente, esto depende del tipo de viaje que queráis hacer. No es lo mismo hacer un road trip que pasar 5 días en la misma ciudad.

Dicho esto, escogimos un hotel de un pueblo de las afueras de Ruán, Val de Reuil: Première Classe Rouen Sud Val de Reuil. Muchos conoceréis esta cadena hotelera, de bajo presupuesto. Este en concreto ofrece lo esencial, muy correcto y sobre todo muy limpio, con parking y wifi gratis. Nos costó 44€ la noche y a pesar de encontrarse a unos 20 minutos de Ruán, compensa el precio.

Ruán es una ciudad de unos cien mil habitantes, bautizada por Stendhal como la "Atenas del gótico". Si os impresiona esta era de la arquitectura tanto como a mí, merece la pena que la visitéis sólo por eso. La catedral de Notre-Dame es simplemente espectacular. Una de las torres es la más alta de los edificios góticos de Francia, con 151 metros. Además, está la Abadía de Saint-Ouen, que podría ser confundida con la catedral, por sus dimensiones y por su altura de 130 metros. Cerca de la catedral se encuentra la iglesia de Saint-Maclou, otro bellísimo ejemplo del gótico. Por si fuera poco, en Ruán se encuentra el edificio gótico no religioso más grande de francia, el Palacio de Justicia, bajo el que está el monumento judío más grande de Europa.

Todo esto sólo en lo referente al gótico (y me dejo algo). También está el famoso Gran Reloj, del siglo XIV, que hace de puente sobre la calle del mismo nombre, bellísimo y en funcionamiento.

Pero esta ciudad, bañada por el Sena en su camino al Atlántico, es también famosa por haber sido el escenario de la muerte de Juana de Arco en la hoguera. En el lugar exacto donde sucedió hay un monumento, junto a una moderna iglesia dedicada a la santa y heroína de Francia. También hay otras edificaciones que fueron testigo de su vida, como el Donjon, una torre que formaba parte de un castillo y donde ella estuvo encerrada.

Por lo demás, las callejuelas están llenas de casas medievales, de dos o tres alturas, con los típicos entramados de madera. Quizás no sea esta una ciudad muy conocida para el turista, porque en Francia, París, la Costa Azul y la Provenza, parecen eclipsar al resto, pero de verdad que merece la pena y no os arrepentiréis de visitarla. Además, está a sólo 135 kms. al noroeste de París.

Callejuelas de Ruán.

A 71 kms. de Ruán camino del mar, se encuentra Fécamp, en la llamada Costa de Alabastro. A ver, en Fécamp, sinceramente pasamos muy poco tiempo, el justo para comer (bueno, no el justo, porque tardaron muchísimo en traernos los platos). El ambiente estaba bastante aburrido y la playa, de guijarros del tamaño de pastillas de jabón La Toja, tampoco era muy espectacular. Tiene varios edificios de interés, que no vimos, pero lo interesante de esta localidad es la costa, los acantilados de impresionante altura, de hasta 120 metros (no alcanzan ni por asomo, los 613 que tienen los de Vivía Herbeira, cerca de San Andrés de Teixido, en Galicia, pero lo digo como dato. No comparemos, que no es de buen gusto).

Para ver esos famosos acantilados y la estampa más llamativa y fotogénica, nos desplazamos a Étretat, otro pueblo costero cercano, a 16 kms. de Fécamp. Lo primero que expresó mi chico al entrar en el centro del pueblo fue: "parece el Parque Warner". Efectivamente, este tiene todo el ambiente que le falta a Fécamp. Está clarísimamente orientado al turismo y es muy mono, como un decorado y con luminosos carteles de tiendas y restaurantes. La playa, también de guijarros, es muy estrecha, pero estaba atestada de gente. Unos con jersey y otros con bañador. Es lo que tienen los 21 grados en la playa, que es cuestión de decidirse por tener calor o frío.

Desde ese pueblo se accede a la cima de los acantilados, desde la que se divisan unas formas geológicas de lo más caprichosas. Si vais, ojo con los niños y con los animales. No hay protección alguna al borde del terreno y la caída no es muy difícil. Especialmente teniendo en cuenta que hay algún que otro resto de barras metálicas oxidadas incrustadas en el suelo, que pueden hacernos tropezar. No sé si ha pasado algo alguna vez allí con algún visitante, voy a buscar en Google.

Pues sí, he buscado y hay bastantes noticias de caídas... algunas son suicidios, eso sí. Uy, no quiero dar una nota dramática a esto, no. Hay que ir, id. Está lleno de turistas y merece la pena, pero sólo os aviso para que tengáis precaución. Es suficiente con no acercarse mucho al borde, de verdad, pero no da nada de miedo y la explanada es enorme, con vaquitas y todo.

Vista de Étretat desde los acantilados.

Monet reflejó este paisaje en sus cuadros. De él hablaremos mañana, en nuestra visita a Giverny en el camino a Rocroi.


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