De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

lunes, 10 de agosto de 2015

Ruta por Francia IV - De camino a Rocroi: Giverny y comida en París.

A 72 kilómetros de Ruán se encuentra la pequeña localidad de Giverny. Allí hicimos una parada para visitar la casa de Monet y sus jardines. No hace falta que seáis unos grandes entendidos en pintura impresionista, ni fans incondicionales del pintor. A Giverny merece la pena ir simplemente si apreciáis la belleza de la naturaleza. Una naturaleza "organizada" por la mano del hombre, eso sí, pero naturaleza al fin y al cabo.

Monet pasó en su casa de esta localidad los últimos 43 años de su vida. A lo largo de esos años y gracias a sus numerosos viajes, fue construyendo un fabuloso jardín con flores y plantas procedentes de todo el mundo. El resultado es un conjunto de impresionante romanticismo y belleza que él mismo reflejó en sus cuadros más famosos. La entrada a la casa (que se mantiene tal como era cuando él la habitaba) y a los fabulosos jardines cuesta 9,50€ (5,50€ para niños desde 7 años y gratis para los más pequeños). Si tenéis alergia, más vale que vayáis con mascarilla u os ahorréis la visita, pero si no es el caso, os recomiendo que os acerquéis a verlo. Se puede hacer una excursión desde París, pues está tan sólo a 75 kms.

Jardines de Giverny.

Así que, estando tan cerca, nos pillaba bien comer allí y darnos un pequeño paseo. Amigos, la parada breve en París puede resultar cara. Tuvimos suerte encontrando una plaza de aparcamiento cerca del sitio donde queríamos comer. Dejamos el coche en la Rue Monge, que nos quedaba cerca y flipamos con el precio del parquímetro: 2 horas (tiempo máximo), 8 eurazos. Pero bueno, es lo que tienen los caprichos...

Comimos en un sitio que ya conocía por una visita previa, Le Montebello, en el número 1 del Quai de Montebello, justo frente a Notre-Dame. Es una brasserie sencilla pero con una situación inmejorable. La comida está bastante bien y el precio... bueno, el precio es lo que voy a comentar. La cuenta ascendió a 56€, lo que no es mucho teniendo en cuenta que quedamos satisfechos y la ubicación del sitio, pero voy a aprovechar para hacer una advertencia sobre la restauración en Francia. Había tres tipos de cerveza de grifo: tercio, medio litro y un litro (en jarra). El precio del medio litro, que fue la que pedimos, era de 9€ SIN IVA. Una barbarité, sí, señor. Pero es que, además, el IVA en bares y restaurantes en el país vecino (TVA) varía sustancialmente, ya que se aplica un 10% a todo excepto a las bebidas alcohólicas, que llevan un 20%. Por eso veréis en vuestros tickets los dos tipos de impuestos aplicados.

Tras el café, un paseíto por los alrededores de la catedral y rumbo a Rocroi.

"¿Dónde demonios está Rocroi y por qué vais allí?", os estaréis preguntando. Bueno, este viaje estaba diseñado, entre otras cosas, para visitar lugares históricos. Rocroi es un pequeño pueblo fortificado que se encuentra en las Ardenas, al norte de Francia, a 3 kilómetros de la frontera belga. Fue un punto estratégico en muchas batallas de casi todas las guerras que ha librado Francia y para España tiene un significado especial, pues fue allí donde los Tercios Españoles sufrieron su primera derrota, en 1643. Los seguidores de las aventuras del Capitán Alatriste, sabréis la importancia de este lugar para el personaje, pero no diré por qué, para no hacer un "espoiler".

El pueblo es muy curioso, muy mono y muy pequeño. Nos alojamos en uno de los dos únicos hoteles que hay, el Hotel du Commerce. Se trata de un alojamiento creado en el siglo XIX, habitual de peregrinos del Camino de Santiago, así que es un sitio muy sencillo y austero, pero muy limpio y perfectamente situado para vivir el pueblo. Tuvimos ocasión de charlar con algunos lugareños, simpatiquísimos y aprovechamos para tomarnos una cerveza y una copita de vino blanco en el pub junto a la plaza, al menor precio que hemos encontrado en nuestro viaje: las dos cosas, 3,50€. Impresionante cantidad incluso para España.

Además, en Rocroi nos encontramos con la sorpresa de que celebraban el bicentenario del asedio a Rocroi y dedicaban todo el fin de semana a escenificar la batalla del ejército francés contra los aliados liderados por las tropas prusianas. Así que casi todo el pueblo se disfrazó impecablemente con los uniformes y vestimentas de la época y Rocroi se convirtió en un escenario magnífico que te transportaba a 1815. Lástima que tuviera pocos visitantes para presenciarlo y que el tiempo no acompañara, pues llovía y hacía fresco. Pero esta visita nos encantó, fue entrañable y original y una de las cosas inolvidables del viaje. No diré que viajéis sólo para verlo, pero si estáis por la zona, os gustará ver su plaza de armas y sus originales murallas.

Mañana seguimos con la zona de Alsacia.




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