De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

lunes, 10 de agosto de 2015

Ruta por Francia V - Estrasburgo y excursiones por Alsacia.

Las siguientes tres noches las pasamos en Estrasburgo, capital del Bajo Rin y de Alsacia. Era la segunda vez que visitaba la ciudad, pero la primera fue muy breve, así que ahora pude profundizar un poco más.

Su nombre significa algo así como "el burgo del camino" y se debe a que siempre ha sido un cruce de vías entre las grandes ciudades de Europa central.. Cuando vayáis (que iréis, porque de verdad que merece la pena), os dará la sensación de estar más en Alemania que en Francia y no es de extrañar, porque toda Alsacia se ha pasado la historia siendo disputada por ambos países. Los nombres de las ciudades tienen origen alemán y la región conserva su propio idioma, el alsaciano, que veréis junto al francés en muchos establecimientos. Se encuentra bañada por los canales del río Ill, a la orilla izquierda del Rin, que hace frontera con Alemania a las afueras de la ciudad. De hecho, uno de los principales barrios dormitorios de Estrasburgo es Kehl, un pueblo alemán.

No voy a hacer una guía detallada de la ciudad, pero sí voy a destacar varios puntos imprescindibles. Uno de ellos es la imponente catedral gótica. Cuando miréis hacia la cima de la estilizada torre, os dará cierto vértigo. Mide 142 metros y durante dos siglos fue el edificio más alto del mundo. Llama también la atención el color rojo de su piedra, típica de la cercana región de Los Vosgos. Es de las catedrales más impresionantes que he visto. En el interior despierta mucho interés un reloj astronómico de autómatas. Cada día, a las 12:30 del mediodía, los apóstoles pasan delante de Jesucristo, las cuatro edades del hombre pasan delante de un esqueleto (la muerte) que golpea unas campanas con un hueso y un gallo canta y aletea. Este espectáculo único puede disfrutarse por 2€ todos los días, después del pase de un documental sobre el reloj (en francés, inglés y alemán), a las 12 en punto. Si queréis verlo, os aconsejo que entréis sobre las 12 menos cuarto, y así coger buen sitio para ver el funcionamiento del reloj, pues el pequeño recinto donde se encuentra se llena enseguida. Los domingos y festivos, es gratis pero no hay documental. Y por supuesto, la entrada al resto de la catedral es libre y gratuita.

Otro lugar emblemático es la Petite France, un pequeño barrio del centro de la ciudad, lleno de las típicas casas alsacianas con entramados de madera y miles de flores en sus balcones. Las imágenes más típicas son las de la Maison des Tanneurs, en la plaza Benjamin Zix. No pararéis de hacer fotos de cada rincón, os lo aseguro. Allí mismo, en esa placita, hay una terraza de lo más apetecible, donde dan de comer durante todo el día y que se llena enseguida de gente, La Corde à Linge. En este viaje no encontramos sitio para sentarnos, pero en mi visita anterior, sí pudimos comer allí y comprobé que ponen unas cantidades de lo más generoso.

Como os digo, no puedo enumerar aquí todo lo que tiene esta ciudad, pero tanto si vais varios días como si se trata de una visita fugaz, os recomiendo el paseo en barco por el Ill. Hay cuatro pequeños muelles delante del palacio Rohan, desde los que parten cada cuarto de hora. Unos barcos son cerrados, con cristaleras, y en otros, los asientos están al aire libre. En la taquilla os informarán de qué tipo es el siguiente que sale. El circuito dura aproximadamente 70 minutos y cuesta 12,50€. Os darán unos casquitos con los que podréis oír la historia de lo que vais viendo, disponible en español. El paseo merece de verdad la pena y en él veréis los edificios del Tribunal de Derechos Humanos, el Parlamento Europeo y el Consejo de Europa.

Por lo demás, es una ciudad alegre, bulliciosa, llena de turismo, al menos en verano y seguramente en invierno, durante su famoso mercado navideño. Os podéis mover en tranvía y si lo hacéis en coche, los parkings públicos del centro son asequibles (bastante más que los madrileños).

Nuestro alojamiento en la ciudad fue excelente. Escogimos un hotel en un barrio periférico, cercano a un gran hospital. Supongo que tuvimos suerte con la oferta, porque nos costó 171€ las tres noches y, aunque es un tres estrellas, os aseguro que los hay de cuatro estrellas bastante peores que este, al que no le falta detalle. Se trata del hotel Athena Spa, que cuenta con una fabulosa piscina con chorros de masaje y jacuzzi, gratuita para los clientes, y un spa cuyo acceso (ilimitado por día) cuesta 8,50€. Hay una parada de tranvía a unos cuatro minutos andando que te deja en diez en la catedral.

Para comer hay infinidad de sitios, pero voy a destacar uno que nos gustó mucho por la comida y la decoración: Le Troquet des Kneckes, en el 112 de la Grand Rue. La fachada es antigua, en madera (y en lugar del nombre del restaurante pone "R. Zussy - Biere D'Adelshoffen"), pero por dentro el ambiente es del más puro estilo Corredera Baja de San Pablo, algo "hipster", muy agradable y colorido. La comida es típica alsaciana, pero a precios asequibles.

Y hablando de comida, aparte del codillo en Alsacia podréis comer cosas como la tarte flambée o Flammekueche, que es una especie de pizza muy finita con queso fundido, cebolla y bacon. O el choucroute garnie, una barbaridad de platazo de repollo con salchichas, lomo, panceta... O los sabrosos bretzels, solos o rellenos de dulce o salado. O el foie, el kougelhopf (especie de panettonne), el pan de especias, las galletas de jengibre.. Y acompañarlo todo del vino de Los Vosgos. Es decir, os podéis poner moraos, porque hay variedad y abundancia.

Tarte flambée.

Pero si vais, guardad un día para visitar los pueblos de alrededor. Hay gran cantidad de ellos que figuran en las guías, pero nosotros sólo visitamos Colmar y Riquewihr.

Colmar está a 73 kilómetros al sur de Estrasburgo por autopista. Dicen de ella que es la ciudad más alsaciana de Alsacia y la verdad es una fabulosa representación de toda la zona, con mil rincones llenos de encanto, como la Petite Venice, o la casa Pfister. Es cuestión de que la recorráis andando para ir descubriéndola. Os sorprenderá ver que a la entrada a la ciudad hay una rotonda con la Estatua de la Libertad en el centro y esto se debe a que Auguste Bartholdi, su autor, nació aquí. También puede visitarse su casa.

De allí nos fuimos a Riquewihr, un pueblecito entre viñedos, a 15 kilómetros al norte de Colmar. Os parecerá estar dentro del cuento de Hansel y Gretel y lo bueno es que sufrió pocos daños en las dos guerras mundiales y se conserva más o menos como era en la Edad Media (aunque supongo que el colorido de las casas es posterior). Toda la zona está salpicada de pueblecitos parecidos y Alsacia en general merecería un viaje de una semana entera, por lo menos, por la cantidad de lugares de interés que pueden visitarse y sus preciosos paisajes.

Fachadas de Riquewihr.

Fueron tres días estupendos recorriendo sitios de postal. Un viaje que no deberíais dejar de hacer.

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