De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

martes, 29 de abril de 2014

Dar la talla.

Dentro de poco se va a estrenar un documental llamado "A perfect 14", dirigido por Giovanna Morales y James Earl O'Brien, que habla sobre el mundo de la moda centrándose en las tallas grandes. He estado leyendo un poco acerca de él y me ha hecho reflexionar.

Una de las cosas a las que alude este documental es al hecho de que la mayoría de las portadas de las revistas están protagonizadas por modelos escuálidas y casi nunca por modelos entradas en carnes.

Si echáis un vistazo a las imágenes que aparecen en Google si buscáis modelos "XL" o "plus size" o "de tallas grandes", muchas de las chicas que salen están, directamente, obesas.

Pues bien, la que os habla tiene ahora mismo un sobrepeso de unos 10 kilos, así que no soy sospechosa de defender la extrema delgadez. Pero si criticamos que se venda una imagen de mujer casi anoréxica, también debemos criticar que se venda la de una mujer con un sobrepeso severo. Porque no es bueno estar gordo. No estoy hablando de que sea más feo o más bonito. Eso siempre irá en gustos. Hay quien desea a una mujer delgada, espigada y hay quien la desea más curvilínea y entrada en carnes. Estoy hablando de salud y eso es lo único que debería venderse. Un cuerpo saludable.

Por supuesto, eso no tiene nada que ver con decir que las personas deben recibir el mismo respeto y trato en todas las situaciones, independientemente de su talla. Pero no cuidarse es no quererse. Evidentemente, cada cuerpo es un mundo y para hay quien está sanísimo con una 36 y obeso con una 40 y hay quien por debajo de la 44 está demacrada.

Uno tiene que rondar su peso saludable. Así que no contraataquemos una portada de una modelo esquelética con la de una de 120 kilos, porque ambas son situaciones no deseables.

El término medio existe en el mundo de la moda en modelos como Bar Rafaeli, Heidi Klum, Naomi Campbell o la menos conocida Robyn Lawley (esta última, de tallas especiales, por increíble que parezca en muchas de sus fotos...) y siempre será más deseable que irse a los extremos.


lunes, 21 de abril de 2014

Nessun dorma.

Nunca me ha gustado dormir. No puede gustarme hacer algo que no sé que estoy haciendo.

Siempre hay cosas más interesantes que hacer que dormir, aunque esa cosa sea simplemente no hacer nada. Porque eso sí que se disfruta.

Pero, como a pesar de mi apariencia y mi cerebro, soy humana, TENGO QUE dormir y, puesto que no tengo práctica, cada vez me cuesta más. Entonces la gente te cuenta truquis para conciliar el sueño, como por ejemplo, "lee un libro". A ver. Entiendo que a esa gente no le gusta leer, porque cuando yo leo un libro es porque me gusta y si me gusta, siempre termino incorporándome y devorándolo con avidez. Luego no me duermo.

También te dicen que oigas algo de música. Tampoco me vale. Me sé todas las canciones y las termino cantando. Y si no, me recuerdan a alguien y ese alguien siempre me ha hecho reír, llorar o sencillamente le odio, por lo que me recreo en mi dolor y no me duermo.

"Date un baño caliente". ¡Qué estrés, por Dios! No sé qué tiene de relajante el estruendo del chorro durante los 15 minutos que tarda en llenarse la bañera, esperar a que se enfríe porque tus manos nunca aciertan con la temperatura real del agua, intentar no clavarte el grifo, buscar la postura correcta para que los muslos y las rodillas no sobresalgan y se enfríen, estar el tiempo justo para no arrugarse, controlar que no baje el nivel del agua porque se escapa un poco por el sumidero y, finalmente, intentar salir del baño con dignidad. Muy bonito todo, pero no compensa, de verdad. Al menos, en mi bañera.

"Tómate una infusión de tila, melisa, valeriana y pasiflora y esparce unas gotas de esencia de lavanda por la almohada". Ah, sí, espera, tengo que tener algo de eso en la despensa... ¡Oh, no! No hay. Lo más parecido es un Ambipur de flores de Oriente caducado y una caja de Earl Grey que me trajo Pedro de Londres. Pedro... valiente sinvergüenza. "Mañana te llamo y cenamos", dijo. Y cené, pero sin él, esa noche y la siguiente y las siguientes... Que le pillaba en un momento complicado, me dijo. Tan complicado como que se casó a los dos meses, de penalti. Pero mira que era guapo, ¿eh? Joer, qué sonrisa... Y aquel día que se presentó por sorpresa en el trabajo a recogerme... Es que tenía cada cosa... ¡Madre mía, las tres menos cuarto y sigo despierta! Mañana sin falta compro la pasiflora. Por cierto... siempre me sale decir "palsiflora", a ver si no meto la pata en la tienda. ¡Anda! Rima con cantimplora. Ay... qué bonita aquella excursión con Pedro...

"Ponte tapones en los oídos". Vale. Ah, mira, pues es verdad que no se oye nada. ¿A ver? Pues no. ¡Espera! ¿Qué es eso? "Pumpun, pumpun, pummmmpun" ¡Es mi corazón! Ay, qué grima. Va muy rápido, ¿no? ¿Y si se me para de repente? ¡Ay, ese pumpun ha sido distinto!

Sí, dormir parece fácil. Tanto que puede hacerse con los ojos cerrados. Pero a veces cuesta mucho echar el cierre.
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Y para ver si dormimos... una nanita: Lullaby - The Cure.


sábado, 19 de abril de 2014

¿Se equivocó la paloma?

Hasta hace no muchos años, yo era una chica tímida en determinados ambientes. Supongo que la inseguridad y la sensación de estar rodeada de gente que me parecía superior a mí en un montón de aspectos, hacían que me sintiera invisible en algunos momentos.

Uno de esos momentos eran los viajes de trabajo. Me impresionaban las reuniones, conocer a gente que parecía saber mucho más que yo sobre los temas que se trataban. Y me impresionaba la soltura con la que se enfrentaban a ellos algunos compañeros de viaje. 

Es por eso por lo que aquel soleado día de octubre en una ciudad francesa, cuando mientras corríamos hacia la siguiente reunión una paloma decidió soltar su vientre sobre las cabelleras de mis dos guapos, altos, elegantes, refinados, brillantes y preparados compañeros de trabajo, no pude reprimir una carcajada interna y celebrar una callada victoria. No entendía por qué no me había cagado a mí la paloma, sintiéndome yo aquella chica patosa e insegura en aquel ambiente tan profesional e internacional. Yo solía ser la dueña de la maleta perdida de Iberia, la que se equivocaba de calzado y le mataban las rozaduras, a la que se le rompía la cremallera del vestido justo antes de llegar a un visionado, la que casi perdía el avión... Así que aquella paloma que escogió sus cabezas en lugar de la mía para depositar sus excrementos, me llenó de confianza.

A veces, el mal ajeno nos alegra el día. Así de miserables somos.

Y fueron pasando los años, los viajes de trabajo y las palomas y yo gané en seguridad, sintiendo que no era mejor que nadie, pero sí tan buena como cualquiera. Y esa sensación de que ya no tienes miedo mas que al miedo, de que no puede contigo ningún estirado, de que el poder que sobre ti tengan los demás no se lo otorga nadie más que tú mismo se fue apoderando de mí, haciendo por fin invisible a aquella chica invisible que fui.

Pero ayer...una paloma decidió soltar su vientre sobre mi cabellera. Y eso no hizo más que confirmar que no soy mejor que nadie, pero sí tan buena como cualquiera.
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El tema de hoy, por supuesto, When Doves Cry, Prince and the Revolution.