De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

jueves, 28 de mayo de 2009

Frío.

No siempre es verano en Los Angeles. Hoy no ha hecho un día apacible. En general, hoy he pasado mucho frío.

Ya empiezo a notar el tiempo que llevo aquí. Lo cierto es que es la primera vez que estoy tanto tiempo en la misma ciudad extranjera y estoy teniendo una sensación rara. Por una parte, me he acostumbrado a todo esto, a sus autopistas, sus semáforos, el modo de vida, el idioma... pero por otra, es justamente ahora cuando empiezo a echar de menos mi vida diaria.

Es un poco paradójico. ¡Y sólo llevo 4 días fuera! Pero no sé... cuando viajo en el espacio, también parece que viajo en el tiempo. Y ahora estoy muy lejos de casa y parece que el tiempo también se ha dilatado. Son 4 días y 9.000 kilómetros.

Me sucede, también, que la diferencia horaria me desequilibra un poco. Vivo retrasada respecto a mi vida normal, respecto a vosotros. Y es como si estuviera aún más lejos, porque no coincido con vosotros, porque a plena luz de mi día, estáis durmiendo. Eso también me hace sentir lejana y algo sola.

Hemos salido a cenar, cansadas, por el barrio, por Westwood, al mismo restaurante japonés del otro día. Me he bebido una gran copa de vino, que, como de costumbre, me ha hecho reír más de la cuenta, pero también me ha hecho entrar en calor y hoy me hacía falta.

Poco más...

martes, 26 de mayo de 2009

Estoy aquí.

Los Angeles tiene fama de superficial. La imagen que proyecta es de sol, de chicas rubias en shorts, de descapotables carísimos y de tiendas. Bueno, es que es así, superficial. Pero no debe ser nada fácil proyectar esa imagen, porque debajo de ella hay mucha miseria, frustración, pobreza, decadencia...

Creo que en ese sentido, Los Angeles es un poco igual que yo y que este blog. Por fuera es todo superficialidad y por dentro, pues... una tiene sus sentimientos. Y a veces una tiene tantos sentimientos que parece que tiene los de una y los de 20 más. Pero es la superficialidad la que divierte al gran público de Los Angeles y la que uno muestra a toda esa gente que no vas a volver a ver o que, simplemente, no forma parte de tu vida.

Con esta introducción, quiero explicar un poco lo que ha pasado por mi mente hoy. Y lo iré haciendo a medida que pasen las líneas de este texto.

El camino hacia el lugar de trabajo ha sido de lo más turístico. Bajo el siempre nublado cielo matutino de esta ciudad, hemos pasado delante de Bel Air, a través de Sunset Bulevard, para cruzar Hollywood Bulevard y ver el Kodak Theatre, el Hollywood & Highlands, el Teatro Chino y el cine El Capitán, en el que Disney estrena todas sus películas.



Al mediodía, comida. El buffet frío ha tenido lugar en un estudio de la Universal. No me gusta hablar de trabajo aquí y no lo haré, pero tengo que mencionar el sitio, porque ha sido para mí un momento mágico. El estudio simulaba un teatro, al estilo antiguo y en el escenario, había una banda de jazz con arpa, que tocaba una música maravillosa. Sé que para la gente que normalmente acude a estos eventos, todo es trivial. Trabajo en la tele y sé que el hecho de bajar a la cafetería y ver a 4 famosos hace siglos que no impresiona, pero el que viene de visita, lo disfruta. Eso me ha pasado a mí. Soy nueva aquí y lo único que hacía era mirar a mi alrededor y repetirme: "estoy aquí, estoy aquí". Y me he sentido tan privilegiada, que se me ha puesto un nudo en la garganta y se me han llenado los ojos de lágrimas de la emoción. Como si tuviera 12 años. Unos 12 años que para estas cosas, no quiero perder nunca.

Esta era una de las canciones que la banda de jazz tocaba, justo cuando entrábamos: http://www.youtube.com/watch?v=x0dMBqtGtOU . Fragile, de Sting. Frágil, como yo en ese momento. O bueno, como yo casi siempre.

Nos han presentado a otro actor, un chico inglés que está empezando, un tal Adam Campbell. Como todos los de por aquí, muy simpático. Se sientan en nuestra mesa y charlamos un poco de la ciudad, de sus proyectos, y otra fotito. También estaban por allí dos actores de la serie Héroes, pero en ese caso no ha habido ni presentaciones ni documento gráfico.

Por la tarde, más trabajo y luego, hemos vuelto a las compras. Y he vuelto a caer, aunque no todo ha sido para mí...

Me está pasando lo que me pasa siempre que estoy de viaje. Que me quiero llevar el viaje a casa. Que no quiero dejar esta ciudad aquí, que quiero que se vaya conmigo y que pueda enseñárosla y comentaros cosas sobre cada rincón. Verla no es suficiente. Por eso sigo repitiéndome dónde estoy y qué estoy haciendo, para meter cada sensación dentro de la maleta y facturarlas a Madrid.

Me cuesta pensar que allí son las 3 y pico de la mañana y que todos estaréis durmiendo o intentándolo. Aquí no queda mucho para que anochezca, porque llega la noche antes que allí. Además, el sol es como de invierno. Los rayos inciden de manera distinta y no hay la misma luz que en España. Pero me gusta. Me gusta este lugar, cada vez más. No por lo bonito, ni por lo superficial. Tal vez simplemente, porque no es mi ciudad.

Bueno, voy con la cena. Con la idea de haber quedado a las 8, me he estado vistiendo para la ocasión, pero, cuando sólo quedaban por ponerme los pendientes, me han llamado diciendo que estaban todos abajo, porque habíamos quedado a menos cuarto... Íbamos a cenar a un restaurante muy chic del Downtown y habíamos hablado de ponernos taconazo. Pues bien... me he puesto el taconazo y el vestidazo. Pero claro, mi taconazo era de 13 cm. Me he sentido tannnnnn exagerada... Ignorante de mí, pues no tenía ni idea de lo "exagerada" que iba, y ahora contaré por qué.

El restaurante está en el mismo Disney Music Hall, que es exactamente igual que el Guggenheim de Bilbao. Tengo que decir que nunca había estado en un lugar semejante. La maitre era tan exquisita que nos entraba la risa, porque nos ha explicado paso por paso todo lo que comíamos y hasta cómo comerlo. Y, antes de empezar, nos ponía ella misma la servilleta sobre las piernas. Era todo de una ceremonia que te hacía dudar de si estabas haciendo las cosas bien o no. Además, salvo una pareja que se fue pronto, nosotros éramos los únicos clientes de la noche y teníamos a unos 4 camareros, a la maitre y al sumiller, pendientes de todo en todo momento. Podéis imaginar el precio. Yo no sé por cuanto ha salido, pero los platos principales estaban alrededor de los 40 dólares, impuestos aparte y los vinos (han caído dos botellas) triplicaban su precio en el comercio. Está de más decir que triplicar el precio de un Castillo de Gredos es llevadero, pero el de un Vega Sicilia...

Pero ahí estaba yo para dar la nota (no muy alta). De repente, me toco un pendiente y luego, me toco el otro y noto que... no son iguales. Iba yo tan mona con dos pendientes totalmente distintos!!! Pero bueno, he intentado salir del paso con naturalidad y mis compañeros también han estado agradables comentando que hasta está de moda. Para una noche que me pongo el taconazo, para una noche que salgo a un restaurante caro de Los Angeles... me confundo con los pendientes.

El caso es que lo hemos pasado bastante bien y aún me dura un poco la risa.

De nuevo en la cama y de nuevo, vosotros empezando el día. ¡No os cojo!

Besos desde la costa oeste.

lunes, 25 de mayo de 2009

Rodeo Drive y yo.

De nuevo en la cama, justo cuando vosotros os estáis levantando o lleváis ya un buen rato en pie. Buenos días, pues!!!

Aún no tengo el documento gráfico en mi poder, pero nos han presentado a LL Cool J y el momento ha sido inmortalizado. ¿Qué quién porras es LL Cool J? Pues un (por estos lares) famoso rapero que se ha metido actor (o viceversa, no lo sé) y que resulta ser bastante simpático y profesional.

Por la tarde, ya finalizados nuestros deberes laborales, nos hemos dejado caer por Rodeo Drive. Y como a mi me suelten por una zona comercial y con una Visa en el bolso... Bueno, no exageremos, no me he pasado. Sobre todo porque la mayoría de las tiendas habían cerrado ya.

Nos hemos movido por Ralph Lauren o Prada con una naturalidad que ni la mismísima Vicky Beckham. Y yo, siguiendo lo que empieza a ser tradición, me he comprado un Lacoste en la tienda del mismo nombre, esta vez en azul marino.


Tras las fotos pertinentes del "yo estuve allí", hemos decidido tomarnos algo en el Four Seasons Beverly Wilshire, que no es ni más ni menos que el hotel de Pretty Woman. Lo cierto es que estos sitios terminan decepcionándote y no porque no hubiera rastro de Richard Gere ni porque el conserje no fuera Hector Elizondo, sino porque no son tan suntuosos como te hacen ver en la peli. O es eso, o es que yo ya estoy curada de "espanto" de tanto lujo y todo me parece poco. Claro, los que conocéis mi casa, lo entenderéis (ejem).




Un zumito y hala, a esperar al coche que nos ha venido a recoger para llevarnos a otro centro comercial y posteriormente, a cenar a un restaurante chino de Santa Mónica, regentado por el mismo que organiza el catering de los Óscars. Vuelta al hotel, copichuelas en el bar y a la camita a actualizar el blog.

Lo sé, lo sé... doy mucha ¿pena? ¿asco? Más bien asco, no me digas más.

En otro orden de cosas, decir que este país me gusta mucho en muchos aspectos. En primer lugar, al menos en California (del sur), la gente es tremendamente simpática. Todos parecen haber hecho un máster en relaciones sociales y hablan como si estuvieran en una peli o algo. Te reciben en las tiendas como si ya te hubieras gastado en ella 800 dólares y, en realidad, acabas de entrar. Son tremendamente amables, sociables y expresivos. Y muchos se esfuerzan en darte las gracias o despedirse en tu idioma.

Otra de las cosas que me gustan es la comida y la bebida. Lo caliente, muy caliente y lo frío, muy frío. Las bebidas, con hielo hasta los bordes y los platos, rebosantes y tan coloridos... Todo entra por los ojos. Eso sí, yo sigo sin comer grasas o dulces. Una santa. Aburrida, pero una santa.

Y por último, lo grande que es todo. Me pregunto si aquí las cosas son tan grandes porque la gente es grande o la gente es tan grande porque puede permitírselo, ya que el resto de cosas es también muy grande. No importa estar gordo, porque cabes en el coche, en el ascensor, en la ropa... De hecho, me siento fenomenal aquí porque las mujeres son, en su mayoría, grandotas, mujeronas, y junto a ellas yo soy algo más pequeña. El resto, eso sí, son top models y junto a estas, también soy bastante más pequeña en otros aspectos.

Pequeña me siento, en general, porque este viaje es enorme. Porque a cada rato intento tomar conciencia de dónde estoy y qué estoy haciendo, tanto dentro como fuera del trabajo. Y porque cada vez que lo hago se me pone un nudo en la garganta de la emoción. Hay gente acostumbrada y yo, tal vez por suerte, no lo estoy aún.

Bueno, parece que el jet lag vuelve a llamarme. Son ya las 12 de la noche y empieza la jornada en Madrid. Con Jay Leno de fondo entrevistando a Mel Gibson, os digo hasta mañana.

domingo, 24 de mayo de 2009

Doña Nadie vuela en Business.

Ya estamos en Los Ángeles. Tras más de 14 horas de vuelo, estamos en California, luchando contra el Jet Lag. Son las 6:56 de la mañana en Madrid (mi despertador allí ya hubiera sonado) y en cambio, aquí estoy yo, intentando mantenerme despierta un rato más. Ya llevo 25 horas con los ojos abiertos como platos.

No sé si habéis volado en business en un viaje largo. Yo no lo había hecho y ahora, eso conlleva un problemón: no quiero volver a la clase turista. Es más, me pregunto cómo fui capaz de viajar hasta aquí el año pasado con las piernas dobladas, sin antifaz y sin champagne. Para los que os encontráis en la misma situación que yo hasta ayer, os contaré un poco en qué consiste.

En primer lugar, la diferencia es el trato. Aquí los azafatos/as se preocupan más por ti que tu propia familia. Cada media hora te preguntan si necesitas algo, si todo es de tu gusto, si has comido bien, si te molesta la luz... Incluso, te tapan ellos mismos con la mantita cuando vas a dormir (literalmente). Te dan de comer muy a menudo y calentito. Te dan de beber muchísimo, se ocupan de que te laves las manos varias veces... Vamos, como una madre. Pero una madre que habla 4 idiomas y te llama por el apellido, porque, tú no lo sabías, pero los azafatos, te conocen ya según te sientas.

Luego están las múltiples posibilidades que te ofrece la estancia en el avión: pelis (me vi dos), series (me vi 5), música, juegos... Vamos, que aburrirte, no te aburres. Bueno, sí. Lo cierto es que en 12 horas, te aburres de todo.

Y ahora, contaré un poco las pequeñas anécdotas del primer día.

Mi asiento era el primero, según se entraba al avión, a la derecha. Allí me senté. Y cuál fue mi sorpresa, cuando vi que mi compañero de asiento era un chico guapísimo, de pelo negro y unos ojos azules de impresión. Tampoco, en mi estado civil, me iba a servir para mucho, pero oye, 12 horas alegrándose la vista, no están mal. Además, yo pensaba que estas cosas sólo pasaban en las pelis de Jennifer Aniston. Y sí, sólo pasan allí, porque el chico acabó cediéndole el sitio a mi compañera, para que fuéramos juntas. Mejor así, la verdad. No me veo durmiendo con antifaz y tapones en los oídos junto a un extraño, por muy azules que tenga los ojos.

Empezamos a comer sobre el Canal de la Mancha y hasta las Islas Hébridas no nos dieron el postre. La comida, estupenda, la verdad. Me porté bien y no comí nada de grasas y apenas hidratos. Hasta le tuve que decir que no a un bombón (y no me refiero a mi ex-compañero de asiento, sino a un Lindt). Luego, sobre Rejkyavik, me puse a los Red Hot Chili Peppers. Y después, todo monotonía hasta Nevada.

Volví a ver ese pedazo de desierto que, es feo, pero a mí me vuelve loca, no sé por qué. Los más afortunados, pudieron ver Las Vegas, pero yo me conformé con la Presa Hoover.
Aterrizamos en Los Angeles y corrimos hasta la cola de la aduana. Cuál fue mi sorpresa, cuando un policía clavado a Brad Garrett (el hermano de Todo El Mundo Quiere a Raymond), me guiña un ojo, me sonríe y me dice no-sé-qué (más bien I-don't-know-what). Yo me río (aún no me habían permitido la entrada al país) y espero paciente en la fila. Pero luego me vuelvo a sorprender, porque me toca pasar la aduana con él. Y muy amable, me pregunta si estoy cansada y que si soy de Barcelona. Le digo que no, que de Madrid y me dice: "pues te mando de vuelta". Y me empieza a recordar el 6-2 del Barça!!! Un poli de Los Angeles!!! Me cuenta que él adora el fútbol europeo, aunque aquí nadie lo sigue, pero que además, es del Barça. Y, mientras me toma las huellas y una foto, me dice: "repite conmigo: 6-2, 6-2". Menos mal que le obedecí y me autorizó la entrada sin detenerme.

Después nos cogimos un shuttle hasta Hertz, donde recogimos un pedazo de coche de estos donde cabe un regimiento. En el shuttle, pusieron esta canción, que me encanta y que pegaba muchísimo con la llegada a la ciudad: http://www.youtube.com/watch?v=c-60BSaYxCc (Bad Reputation, de Freedy Johnston). Y con el coche, nos fuimos al hotel.




Pues otra vez como una paleta. La última en hacer el check-in, como siempre. Y, como siempre "hay un problema con su habitación y tiene que esperar unos minutos". Pero mira por donde esta vez el problema me lo han solucionado con una habitación en el penthouse (no en una revista porno, no; en el ático). Fantástica: con todo tipo de todo, con frutas de bienvenida, con chocolates, con música puesta antes de llegar...



Los clientes del hotel son como en las pelis: el típico negro cachas (hay varios), el típico transexual negro cachas con tetas sobredimensionadas (también lo hay), la típica imitación de Paris Hilton... Y varios bellezones junto a la piscina, tomando un daiquiri.




Si es lo que yo digo: que el cine americano es realista de verdad. 90210 es Neorrealismo italiano pero en Beverly Hills. No engañan.

Por la tarde-noche, nos hemos ido a cenar a un restaurante japonés, con un italiano, un francés y dos españolas. Parece un chiste, pero no lo ha sido y hemos cenado muy bien y muy rapidito, que es lo que nos convenía. Y yo he disimulado bastante bien que, en realidad, no sé comer con palillos...

Pues nada, chicos. Mañana... al 5555 de Melrose Avenue.