De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

jueves, 29 de julio de 2010

Aceptación.

En vacaciones, combino la lectura de algún libro con la de más de una decena de revistas de cualquier tipo, que compro de manera casi compulsiva en el supermercado o gasolinera de turno.

Hoy, mientras desayunaba hace un par de horas en la terraza, estaba leyendo una de ellas. Una revista femenina de "prestigio". Y, página a página, mi indignación iba creciendo y creciendo. Hasta que no he podido más y he tenido que ponerme a "descargar" escribiendo aquí.

Me he indignado por las declaraciones de dos mujeres importantes en sendas entrevistas. También por el hecho de que se le dedique un reportaje de seis páginas a un tipo que, ESTOY SEGURA de que el 95% de las lectoras de esa revista (y de cualquier otra) no tienen ni puñetera idea de quién es y que, para averiguarlo, tengas que leerte media entrevista y luego descubrir que se trata de un editor jefe de dicha publicación y que merece el reportaje porque tiene un apartamento en Nueva York que bien podría pertenecer a Barbie Superstar. Y le tildan de "lord" porque sus maneras de gay rosa y delicado le dan un toque de clase, sensibilidad y distinción que ningún heterosexual (u homosexual menos afeminado) de pelo en pecho podría emular.

También me he indignado porque Marc Jacobs, un joven pero inspirado diseñador de moda, ha decidido que este año "se llevan las curvas, las caderas anchas y las tetas grandes" y, para demostrarlo, realiza un desfile donde la inmensa mayoría de las modelos no superan un perímetro pectoral de 87 cm. Es decir: lo que seguramente mide mi generosa cintura por estas fechas.

Pero el colmo de mi indignación ha llegado con un extenso reportaje dedicado al pubis. A la importancia de tener un pubis "bonito, turgente, libre de vello". Porque, según este artículo, hoy en día no basta con depilarse para lucir decentemente el bikini o embellecer la ropa interior, o por mera coquetería para los encuentros íntimos. Hoy en día, surge el tremendo problema de descubrir que, una vez depilada, tu pubis está "fláccido, descolgado o con exceso de grasa". Y ahí viene la solución: un par de sencillas operaciones que devuelven todo a "su sitio" y le dan a tu pubis el aspecto que tenía cuando tenías 10 años y no estaba cubierto por todo ese vello que ahora tienes que arrancarte.

En este reportaje, un cirujano plástico, un tal doctor Mañero, dice textualmente: "Con el rasurado total del vello (...) muchas mujeres se dieron cuenta de que su vagina no tenía el aspecto que pensaban -el de una rajita- ya que tenían el recuerdo previo a la adolescencia y el nacimiento del vello púbico. Con la depilación integral descubren una vagina muy diferente a la que recordaban: con una presencia de unos labios o un clítoris que pueden ser hipertróficos (demasiado grandes) o un monte de Venus con exceso de grasa o descolgado". Y más tarde, añade: "Cuando las pacientes vienen con sus parejas, éstas últimas siempre manifiestan que no entienden por qué quieren operarse. Esto demuestra que es una necesidad propia de la mujer. Algunas tienen tal sentimiento de malestar y vergüenza que evitan mostrarse y tener relaciones. Es una cuestión de autoestima".

Voy por partes. No voy a juzgar que una mujer tenga la autoestima por los suelos y centre esa falta de autoconfianza en una parte de su cuerpo que puede ser la nariz, la tripa o, como en estos casos, el pubis. Pero eso sólo se arregla en un psicólogo. Porque cuando tenga el pubis de Lucía Lapiedra, le parecerá que sus sobacos son un horror. Y vuelta a empezar.

Pero, ¿cuál es el canon de belleza de un pubis depilado? ¿Alguna vez os habéis acostado con un hombre que os haya dicho: "vaya, cariño, me gustas mucho, pero ¿no crees que tienes el pubis algo descolgado?" o "nena, deberías inyectarte algo de grasa en tu monte de Venus"? ¿Qué será lo próximo para complacer a un hombre? ¿Tener el bazo turgente? ¿el hígado luminoso y flexible?

Ya es hora de que nos vayamos dando cuenta de que a los hombres, a los que tenemos al lado, a los que nos encontramos en el ascensor, en el supermercado, en el bar, en la oficina, en la playa... a esos hombres les gustamos en general y al natural . Y no se dan cuenta de si tenemos las puntas abiertas, o si llevamos la manicura francesa, o si hoy no nos hemos dado gloss, o si no medimos exactamente 90-60-90, o si se nos ha descolgado un poquito el pubis. Ellos son muchíiiiisimo más tolerantes con nuestro físico de lo que jamás seremos nosotras. Y eso que se supone que la mayoría de las torturas a las que nos sometemos, son para gustarles a ellos, por mucho que nos queramos convencer de que "sólo lo hacemos por nosotras mismas".

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