De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

viernes, 2 de julio de 2010

Blablabla.

Pensé que esto no lo iba a decir nunca: ya estoy en casa. Me he descalzado, me he quitado las lentillas, me he puesto las gafas, he abierto un botellín de cerveza y, mientras empieza la noche del viernes, me relajo soltando por los dedos toda la tensión de una semana larga, muy larga.

Algunos ya sabéis que suelo decir que siempre he visto mi vida como una serie y que cada día, es un capítulo nuevo, autoconclusivo. Pero en este caso, el capítulo ha durado cinco largos días. Muy largos. El martes, me pasé el día pensando que era jueves... así que...

Voy por un cigarro. No debería, ya lo sé... Pero voy.

Bueno, a lo que vamos. Esta ha sido una semana de las que debería guardarme en el cajón de la mesilla y luego, abrirlo de vez en cuando para recordarla. Una semana dura, sobre todo por dentro. Pero una semana en la que he "reaprendido" algo que debería asimilar de una vez por todas: hay que hablar.

Yo hablo, hablo, hablo sin parar. Pero muchas veces, no digo. Relleno silencios. Pero no digo. Y de no decir, mi cabeza se llena, hasta rebosar, de pensamientos que acumulo y que se vuelven mohosos, putrefactos...

Suelo decir las cosas buenas. A la gente que quiero, le digo que la quiero. Si estás guapo, te lo digo al instante. Si me haces reír, te río. Pero las cosas que me hacen daño, las escondo en un rincón. Y todos los rincones tienen limitada su capacidad. Hay que vaciar los cajones cuando se llenan. Cuando los cierras, presionándolos con todas tus fuerzas, pero aún así, asoman los calcetines...

Y eso es lo que he hecho. Y eso es lo que debería hacer todos los días. Vaciar los cajones.

Tengo que escribir 100 veces "no me callaré cuando me hagas daño".

Es parte del proceso de aceptación de uno mismo. Tener el valor de decir.

----------
Hoy, dos temas. Porque me da la gana.

El primero, por todo, pero principalmente, por su letra. Porque dibuja mi interior de esta semana:
El segundo, porque es muy, muy bello y reapareció anoche en mi vida. A mí me gustaría sonar así:

No hay comentarios:

Publicar un comentario