De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

viernes, 24 de mayo de 2013

Buscando a Jacq's.

- ¡Hola, buenas tardes!

- Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarte? 

- ¿Tienen ustedes hombres?

- ¿Hombres? Huy, no, hija. Están agotados.

- ¿Es que hay mucha demanda?

- No, es que hay poca oferta. Los pocos que llegan, se nos acaban enseguida. Tal vez, el mes próximo...

- Bueno, pues nada. Muchas gracias, ¿eh? Hasta luego...

- Adiós.
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- Hola, muy buenas.

- Hola.

- Mire, yo quería saber si les queda algún hombre.

- ¿Es para usted?

- Pues sí.

- Y, ¿cómo lo quería?

- Bueno, no sé... simpático, fuerte, inteligente, con carácter... Si pudiera ser, que el coche lo trajera de serie, pero bueno, esto tampoco sería imprescindible...
- Veamos... Sí, bueno, aquí hay uno simpático, con carácter, incluso trae coche... ¡ay! pero... no es muy inteligente. A veces hay que repetirle las cosas varias veces para que las entienda.

- ¿Ah, sí? Bueno, es igual, yo soy muy paciente. He trabajado de niñera ¿sabe?

- ¡Ah, bueno! En ese caso, no tendría problema. ¡Además, trae coche! Concretamente un Renault Clio con elevalunas, cierre centralizado y airbag de pasajero. ¡Está usted de suerte!

- ¡Ah, pues qué bien!

- ¿Y qué talla usa usted?

- Una 44.

- Huy... pues me parece que no va a haber...

- ¿No?

- A ver... No. Sólo nos quedan de la 38 a la 42. Tal vez, en la sección de tallas especiales...

- Pues es una pena, porque el coche es una monada... pero bueno, gracias de todas formas. ¡Hasta luego!
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- Hola, buenas tardes.

- Hola, buenas.

- Quería un hombre, pero de los de verdad, ¿eh?

- Muy bien, pero antes tiene que seleccionar las características en esa maquinita y consultar el precio. Luego viene con el ticket y yo se lo doy.

- Gracias. A ver... Aquí tiene el ticket, pero ¿es posible que un hombre me salga por 18.425,99 euros?

- A ver, déjeme ver ese ticket... "simpático, fuerte, culto, que sepa inglés e informática... ¡pero mujer, por Dios! ¿cómo no va a ser caro? ¿¡Ha pedido usted que tenga carácter y personalidad propia!? ¿Usted sabe lo que eso sube el precio? Y, ¿esto? ¿que no le interese el fútbol? ¿y que sea huérfano o que su familia viva lejos? Es que estamos hablando de un ejemplar de lujo... vamos, casi de una serie limitada, ¿eh?

- Ah, pues no sabía yo que fuera tan caro... Es que sólo cuento con un millón y medio, aproximadamente...

- Pues, por ese precio, desde luego, el fútbol tiene que gustarle. Y cuente usted con que tenga familia e incluso, viva con ella ¿eh? De eso, no se libra...

- ¿Y lo de que tenga personalidad propia?

- Bueno, tal vez encuentre alguno que la finja o crea que la tiene, lo que abarataría el coste,
pero, uno que la tenga de verdad... sólo en ejemplares de gama alta.

- ¡Vaya por Dios! Bueno, pues gracias y hasta luego.

- Hasta luego.
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- Hola, buenas tardes. Quería saber si tienen hombres.

- Pero ¿de los de verdad?

- Sí, a poder ser.

- No, no nos quedan. Creo que se han agotado. Hace tiempo que los proveedores no mandan nada.

- ¿No? ¡Pues si el otro día vi uno en una peli de la madrugada de La 2!

- ¿Cuál? ¿La de Clark Gable? Huy... esos ya hace tiempo que dejaron de fabricarse, ¿eh?

- Pero ¿cómo es posible? ¡Si eran buenísimos!

- Pues mira, puro marketing. Esos salían muy buenos y duraban años y años, pero a los fabricantes no les conviene, porque venden menos. Pasó igual con una lavadora de mi madre, una Corberó. La compró al casarse y la hemos tirado porque se ha quedado anticuada, pero en todo ese tiempo, ¡ni una avería! En cambio, la que compramos en su lugar, tiene dos años y hemos tenido que repararla ya tres veces...

- ¡Qué barbaridad!

- Sí, desde luego. Así que los que hacen ahora, nada más comprarlos, parecen estupendos, pero al mes o así empiezan a fallar… Unos dejan de ser graciosos y se vuelven pesadísimos, porque a veces se atascan; otros, a causa de una mala conexión en su sistema de seguridad y autoconfianza, comienzan a tomar una actitud de celosos compulsivos; a otros se les bloquea el proceso de decisión y repiten constantemente frases como "sí, cariño, lo que tú quieras, amor, no te enfades, vida…"

- ¿Tan terrible es?

- ¡Uf! Recuerdo que no hace mucho salió una tirada defectuosa. El fallo afectaba a su sistema motriz, por lo que acababan tumbados todo el día en un sofá. Pero este fallo, curiosamente, afectaba a todo el cuerpo excepto a la movilidad del dedo pulgar de la mano derecha y del codo del brazo izquierdo, lo cual les permitía cambiar el canal del televisor con el mando y beberse una cervecita. En el caso de los zurdos, el dedo con movilidad era el de la mano izquierda, claro está.

- Pues muchas gracias por su ayuda. Muy amable. Adiós.

- Adiós, de nada.
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- Hola, quería ver los hombres que tienen.

- Sí, le enseño el catálogo. 

- Gracias.

- Mire, en esta sección tenemos el tipo "Ejecutivo". Incluye el modelo "O sea", que trae el Volkswagen Golf de serie; el modelo "Bienvenido al buzón Movistar", con el cual le regalamos un Sony Xperia V LT25i de 32GB; el modelo "Está reunido"... éste está bien, porque no se deja ver mucho y no llega a cansar; y, finalmente, el modelo "Oh, un 3%, qué guay", que resulta algo frío, pero al mismo tiempo, económico.

- ¿Y qué más tipos tiene?

- Últimamente se ha vendido mucho el tipo "Soy la leche". En este grupo, destaca el modelo "Hola, muñeca". Tiene la peculiaridad de que sabe levantar una ceja... Otro es el modelo "Está loca por mí", que ha salido con defecto. Resulta que un fallo en la córnea le produce una cierta distorsión de la realidad y, a veces cree que su mujer le admira y que se siente plenamente feliz a su lado, a la vez que sexualmente satisfecha, lo cual no es cierto, aunque como le digo, ese problema visual le hace creer que sí. El modelo "Espejito, espejito" no está mal, pero puede resultar cargante.

Pasemos al tipo "Macho Ibérico". El modelo "Obrero" va equipado con un software que incluye varios piropos soeces y alguna mirada obscena, según la versión. El modelo "De pelo en pecho" lleva un defecto en la camisa y es que la mitad superior carece de botones y ha de llevarla siempre abierta. Incluye también un kit de medallón de oro y palillo interdental post-almuerzo. También está "Baby Eructitos", que emite gases después de beber y luego se ríe. El tipo "Humilde" no es muy habitual, pero el modelo "No te merezco" se vende bien. Va acompañado del manual "Aprende a decir 'no' sin sentirte culpable", para que pueda evolucionar. Tampoco se vende mal el modelo "Loctite-Supergén", que va siempre contigo… aunque me han dicho que resulta algo pegajoso al final…

- ¡Pues vaya! sí que...¿y no hay más?

- ¡Sí! Está este otro, el tipo "Cary Grant".

- ¿En serio? ¿Cómo es?

- Pues trae 64 GB más de memoria que un tipo normal, proporciones perfectas, diseño exclusivo, un sentido del humor perfectamente configurado, simpatía última generación, personalidad propia, ciertas dosis de ternura, carácter firme y la seguridad del líder europeo.

- ¡Qué maravilla! ¿Y los extras?

- Bueno, odia el fútbol, tiene un coche estupendo, su familia vive a más de 400 km. de distancia mínima garantizada, y un estupendo puesto de trabajo que le da bastante dinero, pero le quita poco tiempo. Y, si paga un poco más, puede conseguir que no copie frases típicas de humoristas televisivos.

- ¡Es un chollo! ¿Y cuánto vale?

- Pues... voy a consultar precios. A ver... ¡oh! debí suponerlo. En realidad se trata de un prototipo que sólo se usa en las comedias románticas norteamericanas… Es decir, es como la espada láser de Luke Skywalker: en la película funciona de maravilla, pero en realidad es de plástico. Digamos que es… realidad virtual. Puro atrezzo.

- Oh, qué pena...

- Bueno, no se desanime. He oído que aún queda un ejemplar igual, sólo que a veces se le escapa un "¿Te das cuén?" El único problema es que vive en una isla cercana a Nueva Zelanda… aunque le tienen en cautiverio, con la esperanza de poder lograr que no llegue a extinguirse la especie… Pero sospechan que es homosexual, así que…

jueves, 31 de enero de 2013

Enamorarse.

"La vida es del color del cristal con que se mira". Para mí, es una de las frases más ciertas de la sabiduría popular. Y la mejor demostración de ello es la primera fase del enamoramiento.

Cuando uno está enamorado y es correspondido, los días parecen más luminosos, todo el mundo corresponde a nuestras sonrisas, odiamos un poco menos a quienes nos hacen la vida difícil y nos sentimos capaces de todo, valientes, seguros... 

Y, en cambio, el mundo sigue siendo igual. Sólo hemos cambiado nosotros.

Tal vez sea buena idea intentar estar constantemente en esa primera fase de enamoramiento. Y enamorarse de un paisaje, de una canción, de un libro... Y no dejar nunca de ser quienes somos cuando estamos enamorados.

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jueves, 15 de noviembre de 2012

Esto no funciona.

Esto no funciona. En algún momento entre el 75 y el 95, pareció que sí. Había clase media. Casi todos estudiábamos, casi todos teníamos casa, casi todos veraneábamos, casi todos trabajábamos. Pero, como decía una vieja y sabia canción, todos queremos más.

Y, como los que han estado siempre en el poder (unos u otros) también son "todos", también quieren más. Y nadie le puso puertas al campo. Y de esos barros, vienen estos lodos.

¿Funcionaba, entonces, el sistema, cuando las cosas parecían ir bien? Puede, pero desde luego, no era sostenible. Ni ese, ni lo será ningún otro.

Por eso, es hora de cambiar. Borrón y cuenta nueva. No nos vale lo que había antes. No nos condujo a nada bueno. Así que hay que ir a por otra cosa. Algo que seguramente, nunca ha existido. Algo, que probablemente nadie tenga claro cómo deba ser y algo que, quizás, termine por no ser bueno tampoco, pero lo sabremos por el camino.

Quizás ahora da todo más miedo. Es posible que antes, las revoluciones ya tuvieran un nombre, que las corrientes sociales y económicas estuvieran más claras, ya fueran mejores o peores: comunismo, socialismo, fascismo, capitalismo. Ahora ¿qué nombre tiene? Ahora es todo distinto, porque nosotros, la gente de a pie, tenemos más voz que nunca gracias a los altavoces de las redes sociales.

Es hora de cambiar. Y estamos dando pasos grandes. Creo que ya sabemos lo que no queremos. Ahora tenemos que ponernos de acuerdo en lo que queremos.

No se trata de que haya que estar sufriendo para ver que este cambio es absolutamente necesario, ni para quejarse de la situación. Yo trabajo, no tengo a nadie en paro en mi familia, ni paso penurias para pagar la hipoteca. Pero eso no me ciega en absoluto. Aunque yo, personalmente, no necesite un cambio, no me hace falta quedarme en paro para tener clarísimo que esto, no funciona.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Poco.

Cuatro meses sin ser capaz de escribir una línea aquí. Ni aquí, ni en ningún lado. Cosas como esta demuestran que yo tenía razón cuando decía que no podía dedicarme profesionalmente a la escritura, por mucho que me gustase. Cuando no hay inspiración, no hago demasiado por buscarla y eso es algo que no haría nunca un escritor: sentarse a esperarla.

En estos cuatro meses he hecho un largo viaje al extranjero, he conocido a gente interesante, me han sucedido anécdotas tremendamente curiosas, me he enfadado alguna vez con el mundo, he visto cosas estupendas. He reído muchísimo, he llorado un poco... En definitiva, he vivido. Y nada de eso me ha apetecido contarlo por escrito.

Supongo que, algún día, volveré a hacerlo, cuando una musa me coja de la mano y me traiga aquí. Mientras tanto, lo que tengo que decir, no es más bello que el silencio. O, en este caso, no es más bello que la hoja en blanco.

lunes, 30 de abril de 2012

Gato por liebre.

A no mucho tardar, cumplo 40 años. En este post quiero hablar de la generación de los padres de los que ahora tienen más o menos mi edad. Por supuesto, sólo puedo hablar de lo que conozco, es decir, de personas de un entorno urbano, que no tenían extrema pobreza, ni tampoco nadaban en la abundancia.

Esos padres, no tenían estudios superiores. Muchos, trabajaban en su adolescencia, no para pagarse unas copas o un vestido de última moda, sino para entregar el dinero en casa y colaborar con una economía doméstica mermada por la posguerra. Sus padres vivían en casas de alquiler de renta antigua en las ciudades, o tenían un pequeño patrimonio en sus pueblos natales. Es decir, ayudaban a mantener a sus progenitores y quizás a sus hermanos menores.

Normalmente, esta situación se mantenía hasta que se casaban. Y, al poco de casarse, formaban una familia. Y, así, dejaron de entregar todo el dinero a sus padres y empezaron a dárselo a sus hijos.

Es una generación que ha tenido muy poco tiempo y dinero para ellos mismos. Pero, por otra parte, es probablemente la única generación de clase media que ha podido generar un patrimonio. Y lo hicieron de una manera que hoy en día, parece de ciencia-ficción.

Muchas familias de cuatro miembros se mantenían con un sólo sueldo, con el que pagaban una hipoteca con intereses desorbitados, a plazos máximos de 10 ó 15 años. Sus hijos hemos ido al colegio, hemos pasado vacaciones en la playa, en las que viajábamos en coches humildes, sin aire acondicionado y cargados de maletas, por carreteras de doble sentido. Hemos podido acceder a estudios universitarios y actividades extraescolares. Nos han alimentado con comida casera y hemos disfrutado de una infancia segura, jugando en las calles de nuestros barrios.

Y, nosotros, que gracias a ellos, tenemos una preparación y un respaldo, hemos salido perdiendo. Porque el mundo nos ha dado gato por liebre. Nos lo ha dado y nosotros nos lo hemos comido muy gratamente.

Ellos no tenían alta tecnología en casa. Tampoco compraban ropa todos los meses. No salían cuatro noches a la semana, ni siquiera a hacer botellón. No viajaban al extranjero. La Coca-cola y la Fanta se compraba para los cumpleaños y reuniones familiares. Pero tenían una casa pagada en un tiempo razonable, salían al campo de picnic, tomaban el aperitivo, compraban el periódico, de vez en cuando iban al cine y muchos tenían un trabajo fijo en empresas en las que trabajaron toda su vida, hasta la jubilación. Y, encima, algunos pudieron adquirir un chalet en los alrededores, con el boom de la segunda vivienda de principios de los 80.

Sus esfuerzos, merecieron la pena. Tenían las necesidades básicas cubiertas y algunas cosas más.

Y ahora tenemos el iPhone, una tele plana con un montón de canales, estrenamos a menudo ropa de Zara, H&M o Stradivarius, compramos billetes low cost para visitar Australia, Roma o Nueva York, salimos de copas, hacemos escapadas rurales... Pero muchos no pueden acceder a una vivienda y, los que lo hacen, se encadenan a un banco con letras desorbitadas que acabarán de pagarse en 2040. En las casas afortunadas entran dos sueldos, más bien precarios y ahora ya, temporales, a merced de los designios que marque la empresa de turno. Hoy tienes trabajo, mañana quién sabe.

La sociedad se enriqueció, tal vez, tanto, que ahora sólo nos queda perder.

Puede que nuestros padres tuvieran menos estudios que nosotros, pero seguramente aprendieron más de la vida.

lunes, 5 de marzo de 2012

Créeme.

Yo, que una vez fui joven, ahora sólo siento que lo soy.

Yo, que una vez fui bella, ahora sólo creo que lo soy.

Yo, que una vez lo tuve todo, ahora sólo estoy convencida de que lo tengo.

Pero nunca lo he sentido tan cierto.

Porque es tremendamente más poderoso creer que ser.
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Video Games - Lana del Rey.

martes, 21 de febrero de 2012

Estoy harta.

Sí. Estoy harta. Cabreada. Molesta. Por cómo somos, por cómo nos comportamos.

Harta de que casi nadie dude y casi todos afirmen.

El individuo, como tal, casi no existe. Casi no existe el pensamiento propio, la ideología propia. La gente ya no decide cuáles son, una a una, sus ideas. La gente decide que pertenece a un grupo y todas las ideas de ese grupo, le son válidas. Todo es "conmigo o contra mí". Si no soy de derechas, soy roja. Si no soy de izquierdas, soy facha.

Hay gente que podría definirse a sí misma usando, en lugar de adjetivos, los grupos a los que pertenecen.

Qué poquitos son los que se paran a analizar las diferentes posturas. Qué poquitos los que se fijan en los matices de las cuestiones. Qué poquitos los que se ponen en el lugar del otro. Porque TODOS tenemos nuestras propias razones. Razones que explican por qué actuamos así.

Nos encanta juzgar. Nos encanta pensar que nuestra postura es la correcta y como tal, válida para cualquiera. Nos encanta criticar al prójimo por cómo lleva su vida, por querer a quien quiere, por cómo usa su dinero. Pero ¿acaso hay alguien a quien no se le haya presentado alguna circunstancia en su vida por la cual haya tenido que ver cómo se tambalean todos sus principios? ¿Acaso no todos hemos tenido que cambiar de opinión alguna vez?

Nadie tiene toda la razón. Y en cambio, todos pensamos que la tenemos. Y muchos, en lugar de defenderla, se dedican a agredir, a insultar a cualquiera que no piense igual.

Y esto no pertenece solamente a bandas violentas radicales. No. Basta con pasear por la calle, basta con abrir Twitter, basta con leer los comentarios de cualquier blog, periódico o foro. Es impresionante la cantidad de gente que insulta, que dice verdaderas barbaridades ofensivas, que sólo tiene ánimo de destrucción y no de discusión. Gente que se permite el lujo de insultar a entrenadores, dependientes, médicos, pilotos, taxistas, barrenderos, programadores, periodistas, abogados, contables, modelos, seleccionadores, informáticos, cocineros, parados, funcionarios, cantantes, mensajeros, diseñadores, conductores de autobús... De insultarlos de manera gratuita. Porque sí. Porque pensamos que somos nosotros los que sí sabemos hacer las cosas, los que tenemos la solución para todo, los que conocemos el camino recto.

¡Claro que tenemos derecho a opinar! ¡Claro que debemos opinar! Pero leo cada vez menos opiniones y más imposiciones, más insultos.

Se supone que en una sociedad avanzada, en pleno siglo XXI, debería primar el diálogo, la empatía, la comunicación abierta. Pero es la tecnología la que avanza. Son las modas las que avanzan. Pero los seres humanos somos todos nuevos y no aprendemos ni de los errores ni de los aciertos de los que vivieron en siglos anteriores. Y nuestro principal error suele ser, precisamente, creer que tenemos la razón.

Creo que pocas veces he sido tan vehemente en este blog. Sólo quiero defender el debate, la discusión, el intercambio de pareceres, la dialéctica en contraposición al insulto fácil y a la cerrazón de oídos.