De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

martes, 28 de junio de 2011

Marchant dans le soleil et la pluie.

A veces, ser turista es más duro que ir a trabajar. Me he puesto a comparar por un momento cualquier mañana de mis martes con la que he tenido hoy y... menos mal que las vistas, las vivencias y el ánimo compensan, porque físicamente, no hay punto de comparación.

Cualquiera de mis martes comienzan a eso de las 9:10, cuando por fin decido poner un pie en el suelo. Me pongo un vestidito, me plancho el pelo, me calzo unos tacones y me pinto el ojo. Y hala, al coche, con el aire acondicionado y la musiquita a tope. Después, me siento en la silla giratoria y, salvo visitas al baño, al tabaco y a la impresora o algún departamento colindante, no me muevo de allí.

Hoy me he levantado sobre las 9 también. Pero le he dado doscientas vueltas a la decisión de qué ropa ponerme para pasar el menos calor posible. Por supuesto, nada de tacones y mi pelo, con sus rizos habituales. Y después, a andar, con 38º a la sombra, a las 10 de la mañana, bañada en sudor. Abanico por aquí, sombrero por allá, uf, ay, otra vez uf...

Para colmo, en París no se lleva el aire acondicionado. Un número sorprendente de restaurantes carecen de él. Por no hablar de las tiendas o los autobuses. En una boutique de la Plaza de la Ópera, una gota de sudor (mío) ha caído sobre el ticket donde estaba plantando mi firma a la hora de pagar. En las Galerías Lafayette Haussmann, sí lo tienen puesto, pero a unos 27º. Por lo tanto, aquí ni siquiera existe el alivio que tenemos en Madrid, de entrar en El Corte Inglés cada vez que la solana nos pilla en medio de la calle.

Está claro que es porque aquí, lo normal es que haga fresquito. Pero cuando no es así, las bacterias de París deben reproducirse como ratas.


Aún así, todo me ha dado igual. Me he lanzado a las calles a eso de las 17:30 y ya no podía parar. Cada esquina me atrapaba. Y he subido todas las escaleras de Montmartre y he bajado todas sus cuestas. Y he visto todos los obscenos escaparates del Boulevard de Clichy. Y todas las vidrieras y palcos de Lafayette. Y los cines con títulos franceses. Y los puestos de crépes.

Apenas he sacado mi cámara. Por primera vez en ¿toda mi vida? no siento la necesidad de ver una ciudad a través de ella. Sólo quiero verla a través de mis lentillas. Será que la estoy viviendo en lugar de visitarla.
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Simplemente.
Le Monde - Thievery Corporation.

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