De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

lunes, 27 de junio de 2011

Arrivée à Paris.

Segundo día de viaje.

El primero, estuvo marcado por los constantes cambios de paisaje y el constante aumento de las temperaturas.

Burdeos nos brindó una calurosa acogida. Tanto, que nos fue imposible aguantar más de una hora de paseo. Treinta y nueve grados a la sombra, a las 9 de la noche, se hacen difícilmente soportables.

Y hoy, tras parar en Chenonceaux y en Amboise, dos pueblos de cuento con castillos incluídos, hemos llegado a París.

La entrada por la llamada Puerta de Orléans, ofrece enseguida una vista de la Torre Eiffel. Y este hecho, lo encuentro decepcionante. Ya sé que, dada su altura, es imposible, pero ¿no debería hacerse un poco de rogar? ¿No debería ser más difícil descubrirla? Tal vez diga esto influida por la película French Kiss, pero me hubiera gustado tener que esforzarme un poco para vislumbrar su cima. Y eso, que es la tercera vez que la veo.

Una vez instalados en nuestros aposentos y, aprovechando que mi ilusión era, de momento, más fuerte que mi cansancio, me he echado andar sola por las calles de la ciudad, cámara en mano, en busca del crepúsculo.

Se supone que París es la ciudad del amor y que no hay nada más romántico que pasear con tu pareja bajo los árboles de los Campos Elíseos, pero a mí París me debía un paseo con ella de la mano. Solas la ciudad y yo.

Mis pies me han llevado hasta la Rue Fauburg-Saint Honoré, y he caminado bajo los muros de la actual residencia de Carla Bruni. Un cielo rosa aparecía tras el contraluz del Arco del Triunfo y se reflejaba, justo al otro lado, en el obelisco de la Plaza de la Concordia.

Para llegar al Sena desde allí, hay que pasar delante del Petit y el Grand Palais, dos imponentes edificios que ahora albergan restaurantes y exposiciones y, como hoy, a veces dan cobijo a un par de enamorados que parecían formar parte del paisaje, pues, sentados al pie de la escalinata, se han dado un beso del que, durante mi paseo, no he podido ver el principio, ni tampoco el fin. Se besaban quietos, como si no supieran hacer nada más en la vida que besarse el uno al otro.

Enseguida, alcancé el fastuoso puente de Alejandro III, que sirve de pasarela para llegar a la explanada de los Inválidos, donde miles de personas disfrutan del césped y donde yo misma, hace ya demasiados años, dormí una plácida siesta.

El sol se escondía definitivamente tras el Sena y la Torre Eiffel y yo desanduve mis pasos.

He parado a comprar una botella de agua en un puestecillo cercano. El dependiente me ha preguntado de dónde soy y al despedirse, me ha dicho: "Aurrevoire, mon chèri" "Très belle, tu est très belle". Yo sólo acertaba a sonreír y a decir "merci beaucoup" mientras me alejaba, pero, el tipo, insistente, me gritaba desde lejos "eh, mademoisielle!!! sil vous plait!!!!" y gesticulaba pidiéndome que me quedara a charlar con él. Supongo que en una peli, yo habría accedido y según el género del film, yo podría haber terminado pasando una apasionada noche en su buhardilla de Pigalle, o ahogada en el Sena, sin documentación y sin cámara. Y sin botella de agua. Así que, he decidido hacer caso omiso y decir que tengo prisa, eso sí, con una espléndida sonrisa.

Viajando al extranjero me siento como una sueca en Torremolinos a finales de los 60. Y no es una mala sensación sentirse "exótica". En España, cuando compro agua, sólo me dan el cambio y las buenas tardes.

En fin... París siempre será mi segunda ciudad. Nos entendemos muy bien y nunca me decepciona. Veremos si mañana sigue portándose tan bien como hoy.
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Por supuesto, hoy un tema en francés con una delicada voz femenina. Aparecía en un anuncio de tónica de los 90... y me conquistó.
Latitudes - Ollano.

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