De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Por encima de nosotros.

Una vez, me dijo un psiquiatra que los seres humanos estábamos utilizando tecnología del siglo XXI con emociones del siglo XIX.

Me pareció, entonces (aún estábamos en el siglo XX), una verdad como un templo y aún lo sigo pensando.

Tenemos unos avances técnicos que hace sólo 30 años, la mayoría ni podíamos soñar. ¿Y para qué los utilizamos? Para lo mismo que nuestros antepasados usaban la pluma y las cartas, los carruajes, el arco y la flecha... Tenemos millones de aparatos nuevos para conseguir los mismos fines de siempre, pero de una forma mucho más rápida.

Y lo malo es que toda esta nueva tecnología la seguimos usando los mismos descerebrados. ¿O lo somos más aún? Por ejemplo, me pregunto si antiguamente también había niñatos que le cogían a su padre el coche de caballos y se ponían a correr sobre los adoquines de la villa, a toda velocidad sólo para impresionar a la rubia de turno.

Cartas de amor se han escrito siempre, pero en eso, seguro que hemos cambiado. Principalmente, porque en la antigüedad, pocos sabían escribir y quienes lo hacían, lo hacían bien. Hoy lo sabe hacer casi todo el mundo y cada vez peor. Lo que antes se decía usando al menos diez líneas de una cuartilla, con una hermosa y enrevesada caligrafía y a veces sobre papel perfumado, hoy se resume en tres caracteres sobre una pantalla retroiluminada por LED: "tkm".

Tal vez, a medida que la tecnología avanza, nuestro cerebro retrocede. Tal vez estamos creando un monstruo que un día podrá con nosotros (sé que este pensamiento no tiene nada de novedoso). No es que creemos máquinas cada vez más potentes y nosotros sigamos siendo los mismos. Es que creo que a medida que se perfeccionan estos inventos, nosotros empeoramos. Como si nos relajáramos, cediendo el poder a estos aparatitos. Ahora que cada vez cuesta menos hacer las cosas, nos hacemos más vagos.

Antes, no hace tanto, escribir una carta a máquina (hablo de una Underwood o incluso de una Olivetti), costaba bastante trabajo. Había que enrollar correctamente el papel en el rodillo, teclear fuertemente para marcar las letras y empujar el carro para pasar de línea. Por no hablar de corregir errores: había que tener a mano el Tipp-ex y ponerlo exactamente sobre la letra errónea. Y aun así, escribíamos las palabras y las frases enteras.

Hoy en día, no hay papel, los teclados son tremendamente suaves y se borra todo con una sola tecla. Y si escribimos en el móvil, sólo usamos un dedo para todo y la opción de texto predictivo nos da la palabra hecha. Y todas estas facilidades sólo han llevado a la extinción de palabras como "porque", "también", "qué" o "mensaje".

----------
Hala, ya he acabado mi breve reflexión. Finalizo con una canción que, durante mucho tiempo, cantaba a diario en la ducha:
No ordinary love - Sade

No hay comentarios:

Publicar un comentario