De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

martes, 19 de abril de 2011

Medidores de tiempo.

El domingo por la tarde tuve sesión de cine casera entre amigos. Decidimos ver "Sexo, mentiras y cintas de vídeo", una peli de 1989, dirigida por Steven Soderbergh. El cine es una de las cosas que te hace darte cuenta de cómo ha pasado el tiempo por nosotros.

No es por las modas (el pelo de James Spader en esa peli, merece una entrada aparte en este blog), ni porque te hagan recordar cómo era tu vida hace veintidós años. Es por comparar lo que sentiste al ver aquella peli entonces y lo que sientes al volver a verla ahora.

Pongo el ejemplo de este título, pero podría poner cualquier otro. Cuando la vi por primera vez, tendría unos 18 años. Tenía el recuerdo de que el ambiente general era bastante oscuro, algo sórdido y de que los personajes tenían unos problemas muy retorcidos. Por no hablar de que el simple hecho de que en la película se hablara de sexo (sólo se habla, no sale ni un pecho de soslayo), ya me parecía lo más de la modernidad.

Dos décadas después, me pareció hasta un tanto ingenua. Dos décadas después, ves con mucha más claridad que los problemas de los personajes no son sexuales, sino que van mucho más allá. Dos décadas después, yo tengo dos décadas más y pienso que qué joven era cuando la vi y qué poquitas cosas me habían pasado en la vida...

Por eso, hay películas que no quiero volver a ver. Como Léolo. Guardo un recuerdo de ellas tan especial, tan bello en ocasiones y tan entrañable en otras, que no quiero que el filtro que los años me pondrían delante si las viera de nuevo, les quitara el halo de magia que aún conservan, porque los recuerda mi cerebro adolescente.
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Esta noche, un tema cargado de glamour y de paso del tiempo:
Champagne and Quail - Henry Mancini.

2 comentarios:

  1. Como diría Sabina: "al lugar donde has sido feliz
    no debieras tratar de volver".
    Saludos

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  2. Gracias, Patricio. Sabina y tú tenéis razón...

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