De dónde sale esto.

En mayo de 2009, fui a Los Ángeles en un viaje de trabajo. Se trataba de asistir a un evento anual al que sólo suelen ir los grandes jefes de ciertas empresas, pero ese año, un "gran jefe" no pudo ir y fui yo, una doña nadie. El blog nació sólo como una forma diferente y barata de comunicarme con mi familia y amigos mientras estaba allí, a 9 horas de distancia temporal. Pero luego, le cogí el gustillo y, aunque ya no estoy allí, sino en Madrid, considero que nuestras vidas son unas grandes súper producciones y que yo, al fin y al cabo, sigo siendo una doña nadie en Hollywood.

lunes, 25 de mayo de 2009

Rodeo Drive y yo.

De nuevo en la cama, justo cuando vosotros os estáis levantando o lleváis ya un buen rato en pie. Buenos días, pues!!!

Aún no tengo el documento gráfico en mi poder, pero nos han presentado a LL Cool J y el momento ha sido inmortalizado. ¿Qué quién porras es LL Cool J? Pues un (por estos lares) famoso rapero que se ha metido actor (o viceversa, no lo sé) y que resulta ser bastante simpático y profesional.

Por la tarde, ya finalizados nuestros deberes laborales, nos hemos dejado caer por Rodeo Drive. Y como a mi me suelten por una zona comercial y con una Visa en el bolso... Bueno, no exageremos, no me he pasado. Sobre todo porque la mayoría de las tiendas habían cerrado ya.

Nos hemos movido por Ralph Lauren o Prada con una naturalidad que ni la mismísima Vicky Beckham. Y yo, siguiendo lo que empieza a ser tradición, me he comprado un Lacoste en la tienda del mismo nombre, esta vez en azul marino.


Tras las fotos pertinentes del "yo estuve allí", hemos decidido tomarnos algo en el Four Seasons Beverly Wilshire, que no es ni más ni menos que el hotel de Pretty Woman. Lo cierto es que estos sitios terminan decepcionándote y no porque no hubiera rastro de Richard Gere ni porque el conserje no fuera Hector Elizondo, sino porque no son tan suntuosos como te hacen ver en la peli. O es eso, o es que yo ya estoy curada de "espanto" de tanto lujo y todo me parece poco. Claro, los que conocéis mi casa, lo entenderéis (ejem).




Un zumito y hala, a esperar al coche que nos ha venido a recoger para llevarnos a otro centro comercial y posteriormente, a cenar a un restaurante chino de Santa Mónica, regentado por el mismo que organiza el catering de los Óscars. Vuelta al hotel, copichuelas en el bar y a la camita a actualizar el blog.

Lo sé, lo sé... doy mucha ¿pena? ¿asco? Más bien asco, no me digas más.

En otro orden de cosas, decir que este país me gusta mucho en muchos aspectos. En primer lugar, al menos en California (del sur), la gente es tremendamente simpática. Todos parecen haber hecho un máster en relaciones sociales y hablan como si estuvieran en una peli o algo. Te reciben en las tiendas como si ya te hubieras gastado en ella 800 dólares y, en realidad, acabas de entrar. Son tremendamente amables, sociables y expresivos. Y muchos se esfuerzan en darte las gracias o despedirse en tu idioma.

Otra de las cosas que me gustan es la comida y la bebida. Lo caliente, muy caliente y lo frío, muy frío. Las bebidas, con hielo hasta los bordes y los platos, rebosantes y tan coloridos... Todo entra por los ojos. Eso sí, yo sigo sin comer grasas o dulces. Una santa. Aburrida, pero una santa.

Y por último, lo grande que es todo. Me pregunto si aquí las cosas son tan grandes porque la gente es grande o la gente es tan grande porque puede permitírselo, ya que el resto de cosas es también muy grande. No importa estar gordo, porque cabes en el coche, en el ascensor, en la ropa... De hecho, me siento fenomenal aquí porque las mujeres son, en su mayoría, grandotas, mujeronas, y junto a ellas yo soy algo más pequeña. El resto, eso sí, son top models y junto a estas, también soy bastante más pequeña en otros aspectos.

Pequeña me siento, en general, porque este viaje es enorme. Porque a cada rato intento tomar conciencia de dónde estoy y qué estoy haciendo, tanto dentro como fuera del trabajo. Y porque cada vez que lo hago se me pone un nudo en la garganta de la emoción. Hay gente acostumbrada y yo, tal vez por suerte, no lo estoy aún.

Bueno, parece que el jet lag vuelve a llamarme. Son ya las 12 de la noche y empieza la jornada en Madrid. Con Jay Leno de fondo entrevistando a Mel Gibson, os digo hasta mañana.

1 comentario:

  1. Lo peor no es darte cuenta de lo pringado que es uno...lo peor es tener que leer estas cosas con toda una jornada laboral por delante.
    Ya no hay vergüenza.

    ResponderEliminar